El año 2004, el Colectivo Situaciones (grupo de investigación militante de Buenos Aires) se reunió con la Universidad Trashumante, una red de educadores y educadoras populares argentinos que «caminando el otro país» van de pueblo en pueblo desarrollando talleres de educación popular. Fruto de ese diálogo nació este libro que, en cada página, contiene historias grandes y pequeñas sobre las virtudes y los problemas que surgen al intentar construir «la otra» educación. Por lo mismo, creemos que puede ser de gran utilidad para los educadores y educadoras populares de «este lado» de la cordillera, por sus múltiples experiencias de talleres (que pueden servir de base para pensar otros nuevos) y por las reflexiones de los compañeros (que nos entregan elementos para profundizar nuestras propias discusiones)…

Como «adelanto», les dejamos con un pasaje donde los y las cumpas de Trashumantes cuentan de uno de sus talleres de su recorrido «Caminando el otro país», donde trabajan «lo ideológico, lo político y lo pedagógico»…

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Tato: Un día estábamos comiendo en un restaurante con Paulo Freire y me dice: “cuénteme un proyecto suyo”. El tipo se enloqueció cuando le conté lo que estábamos armando. Me dijo dos cosas que me marcaron para toda la vida: “ya que van a salir, estudien el fatalismo, hagan una investigación sobre el fatalismo”. Y lo otro que me dijo fue: “escuche, escuche y escuche”. Fue terrible porque escuchar es contradictorio con un docente. Paulo tiene mucho escrito sobre la tensión entre el silencio y la palabra. Esto lo utilicé en los talleres. Los padres dicen que los niños no hablan. Y los maestros que los alumnos no hablan. Si quieren que hablen callensé!. Dejen de justificar, de dar consejos y callensé para prestar atención a los niños.

El primer día de los talleres era “la realidad”. Las preguntas eran “qué problemas ven ustedes en el mundo, en la Argentina, en la provincia y en la ciudad en la que estábamos”. Fue apasionante porque yo sabía que del contexto internacional no tenían la más puta idea. Nuestra intención era ir a los pueblos donde no había universidad. Y todavía lo seguimos manteniendo, esa es nuestra impronta. Fuimos a lugares donde no va nadie, ese otro país.

Después hicimos un taller artístico que fue clave. Fue rupturista. Teatro o danza. Venían transformados, eran otras personas. Estaban más sueltas, hablaban. Porque la primera instancia del taller es fundamental.

La gente venía y nos sentábamos en ronda y después venían las presentaciones. Esto estaba estudiado desde Sendas; no es que se nos ocurrió a nosotros en ese momento. Les preguntábamos qué proyectos tienen, sabiendo que la gente estaba sin proyectos, y qué cosas los emocionan o los apasionan. Fue trágico en toda la gira: “hacer compras, mirar vidrieras…” Después los grupos devolvían y hacíamos una especie de devolución teórica compartida. Ahí introducíamos los conceptos de lo estructural y lo coyuntural. Y de todos los problemas que ellos habían señalado, pensábamos cuáles eran coyunturales y cuáles eran estructurales.

Mariana: En el 98´en los pueblos no existía ni la palabra capitalismo ni la idea de sistema. Incluso había cosas que no se podían nombrar. No se podía decir izquierda y derecha.

Tato: El segundo día eran los sueños. La pregunta era: “¿el mundo se puede cambiar: sí o no?”. Los que decían que no, trabajaban en un grupo y los que decían que sí, trabajaban las preguntas “¿cómo, con quién y desde dónde?”. Desde dónde era lo ideológico, desde dónde vemos nosotros el mundo. Con quién era lo político, con quién nos vamos a juntar para cambiar el mundo. Y el cómo era lo metodológico. Negro: Siempre trabajábamos con muchos ejemplos. Con quién: si era con los partidos políticos, con los sindicatos, con la iglesia, con los vecinos. Desde dónde: era el punto desde donde veíamos el mundo, si desde Macri, Amalita Fortabat, o de los que no tienen nada; desde las mayorías o las minorías.

Colectivo Situaciones: ¿Y la gente que decía que no quería cambiar el mundo que hacía?

Tato: Trabajábamos el por qué. Ahí estaba el fatalismo.

Mariana: Había muchos “no sé”.

Tato: Después del taller de danza o teatro, había una larga despedida y hacíamos algo que hacemos siempre en cada cierre, que incluso lo hacemos entre nosotros cada vez que nos encontramos que es una especie de devolución personal sobre qué habían sentido. Les aseguro que es un fenómeno impresionante. La gente se larga a llorar.

Negro: Así como las presentaciones individuales, se hacen estas devoluciones sobre qué ha sentido cada uno. Duran unas tres o cuatro horas.

Es algo que te emociona mucho (En las Crónicas del Viaje III. Región Misiones, hay más detalles de la manera en que se desarrollaban en general los talleres denominados “Caminando el otro país”: “El primer día empezábamos con una presentación personal y con una introducción, explicando los objetivos del taller, de la trashumancia, del proyecto, el por qué de la danza y el teatro, y desarrollábamos brevemente algunos conceptos teóricos como el de educación popular, democracia y participación entre muchos otros, intentando provocar, movilizar, distender, a fin de que la gente se dispusiera a trabajar con entusiasmo. Esta introducción variaba lógicamente de acuerdo a nuestro ánimo, preocupaciones y temáticas que con el andar se iban renovando.

Luego venía la etapa de las presentaciones personales. Esto ha sido muy discutido a lo largo de la gira ya que muchos militantes lo entendían como una cuestión técnica cuando en realidad el sentido de las mismas era profundamente ideológico. Nos hubiera resultado imposible entrar a un pueblo o ciudad sin conocer los que estaban frente nuestro, qué pensaban, a qué se dedicaban, qué sentían. El hecho de que cada uno tuviera la misma oportunidad de presentarse que aquel que daba el curso nos convertía inmediatamente en un “nosotros”. Les pedíamos no sólo que se presentaran sino que nos relataran qué pasiones tenían, por qué cuestiones eran capaces de jugarse, etc. Para nuestro dolor, era una pregunta que los sorprendía terriblemente. Mucha gente se descubría a sí misma sin pasiones de ninguna naturaleza y así lo expresaban. Nos dividíamos en grupos con diferentes técnicas y les dábamos las consignas. Era el día del diagnóstico, de la necesidad de mirar la realidad a partir de lo que esta ofrecía y poder explicarla desde algunos conceptos).

Tato: Aparte llevábamos material bibliográfico de política, educación popular y metodología que la dejábamos en todos los pueblos, videos de Paulo Freire, de Galeano y otros. También llevábamos una ficha de registro con el nombre del pueblo, por qué lleva ese nombre, cuando se fundó, cuáles son las principales instituciones, escuelas, sanatorios, enfermedades, etcétera. Era una ficha bastante completa. Estaba previsto que fuéramos tres, uno que manejaba el quirquincho y daba el taller de reflexión que era yo; otro que hacía la parte artística y otro que registraba.

Mariana : Lo ideal era que fuéramos cuatro, por el tema de danza y teatro, pero por una cuestión económica no se podía. En Córdoba fuimos cuatro. Tato: Después había otra ficha cultural que rescataba todos los artistas, músicos, poetas de la ciudad. Tenemos libros, discos, mucho material. También historias de vida de una o dos personas del pueblo que la gente nos indicara. Llevábamos una carpeta gigante. Muchas veces me hacían laburar como la puta que lo parió porque iba solo.

Todo eso yo lo mandaba por correo a Sendas. Cada tres pueblos, lo ensobraba todo y lo mandaba a San Luis. Esto fue devuelto en los libros que ustedes no han leído que se llaman Crónicas del viaje. Cuando había funcionarios presentes eran recatados en relación a las críticas referidas a su ciudad. Y cuando no los había también. Se notaba el miedo y las enormes dificultades de poder hablar de lo cotidiano. (…) Luego del trabajo grupal, que antimetodológicamente apurábamos, se pasaba al debate. Se notaba la necesidad de conversar, de encontrarse y siempre nos llamó la atención la alegría y la disposición de la gente en relación al mismo, pero sabíamos que contábamos solamente con tres horas… La dinámica de los debates también se adecuaba a cada lugar. Tratábamos de escucharnos mucho y bien en la medida en que podíamos. Nos exigía gran concentración, adaptarnos a cada grupo y a cada circunstancia. Las orejas se iban alargando por partes y cerrando en otras. Si salía algo interesante inmediatamente interveníamos. Si no, nuestras reflexiones se efectuaban entre grupo y grupo o al final. Antes de las devoluciones se realizaba el taller de teatro. El segundo día era el de las esperanzas, el de los sueños y el de las utopías. Solíamos hacer una sín – tesis del día anterior, y la gente ya estaba más confiada y eso se notaba en el ambiente (…) Luego el taller de danzas, las devoluciones grupales. Aunque sea brevemente queremos referirnos a los talleres de danza y teatro. Si bien cada uno de los chicos que venían a coordinarlos les imponían su lógico estilo, observamos una búsqueda incesante de elegir actividades que, aunque fueran divertidas, colaboraran en la reflexión de la gente. Fue muy bueno ver cómo volvían a sus lugares, pensaban, y en sus nuevos viajes las propuestas crecían considerablemente. Y finalmente el famoso cierre que daba por terminado el taller. Les pedíamos que con toda dureza hicieran críticas al trabajo realizado. A lo intensamente vivido en estos dos días, y que si podían nos contaran qué cosas los emocionaban. En general era impactante. Mas allá de las consabidas y las naturales respuesta que los conmovían: la familia, los hijos, los amigos, hubo momentos de alta intensidad, sobre todo cuando la gente se emocionaba con sus propias emociones.”

DESCARGAR EL LIBRO:

Página web de la «Universidad trashumante»:

www.trashumante.org.ar

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