“Si la conquista asambleísta y territorial y su tremendo aprendizaje se
profundizan y extienden en el tiempo, nacerá la nueva cultura y poder
comunal. Entonces, otro gallo empezará a cantar la canción de la nueva
legitimidad donde nadie enseña a nadie, nadie aprende solo, sino todos aprendemos y nos emancipamos juntos”.
Colectivo Paulo Freire Chile

  1. URGENCIAS E IMPORTANCIAS DEL MOVIMIENTO.
    El intenso y sorpresivo estallido del 18 de octubre que irrumpe, desborda y filtra todos los intersticios del poder y la institucionalidad, marca el inicio de otro tiempo con distinto ritmo, no solo al iniciar otra etapa y escenario radicalmente diferente en la política chilena, sino, en los avances y profundización de la acumulación de fuerzas necesarias para asegurar condiciones para una real alternativa histórica y popular.

En un extremo, tenemos a una derecha atrincherada en sus privilegios y poder sin límites amenazando, sacando las garras y aferrándose a la constitución ilegitima del 80 frente el caos y la falta de seguridad del orden público.

Por otra parte, junto a ella, el amarillismo de la clase política, se la juega a la “opción democrática de superación de la constitución del 80” a la que se vio forzada por el movimiento popular, para seguir las reglas del traje a la medida que tuvo la elaboración del acuerdo por la paz y el proceso constituyente que posibilita por sus limitaciones y enclaves, la continuidad del modelo y, con ello, salir jugando como siempre. El miedo al golpe ante la amenaza de los dueños del país, será el cantico por la paz y el orden con que pretenderán salir de esta y desmovilizar con un nuevo
encantamiento democrático al pueblo que se levanta.

Llegarán sin duda, los políticos, parlamentarios y funcionarios con diferentes rostros y piel de oveja a ofrecer apoyos, financiamiento y proyectos diversos a asambleas territoriales y barrios. Su sobrevivencia implica retomar su rol representativo no aceptando ser suplantados por formas organizativas autónomas que se vienen construyendo, lo cual es muy peligroso para ellos.

Necesitarán votos y ellos, sin duda, son “los elegidos”, “los que saben”. Ellos querrán ser los salvadores de la democracia para evitar el golpe de estado.

Será la propuesta del prudencialismo nauseabundo del otrora “en la medida de lo posible”, revestido ahora como: “no es el momento y no es la forma”, para experiencias improvisadas y descontroladas.

Y en las calles, desde los barrios y poblaciones del país y contenidas por tanto tiempo por la embriaguez toxica del modelo neoliberal salvaje, crece la soberanía popular, se fortalece y articula en los espacios conquistados con la clara convicción de una dinámica y despliegue propio e inmanente que es mucho más que marcar un voto.

Crece la convicción y voluntad al calor de las movilizaciones y del aprendizaje colectivo del inédito viable de ir preparando un proceso constituyente propio sin desechar las opciones participativas que se van dando como la demostración plebiscitaria rotunda y contundente, pero
también con la claridad de la preeminencia de la construcción de fuerzas propias y de no dejarse capturar por la clase política.

Este es precisamente el tiempo que requiere urgencia, a saber, cuanto logramos construir de fuerzas propias, cuanto se demora el aprendizaje para mantener su masividad y calidad e ir anticipándose expansivamente en los territorios con grandes articulaciones y poder vinculante.

La clara dirección en que avanza la ciudadanía siempre movilizada debe hacer que el voto de abril no legitime a los políticos sino al proceso real que el pueblo va construyendo.

El tiempo en que nos demoremos en darnos cuenta de la oportunidad que tenemos para organizarnos como una poderosa fuerza de ruptura y de creación de otras legitimidades y sociabilidad, que va superando la institucionalidad heredada de la dictadura y que vaya obligando a los políticos a ceder para la verdadera asamblea constituyente desde abajo, es fundamental.

Será un camino sin regreso, donde la transformación del aprendizaje colectivo no solo instalará nuevos niveles de conciencia, sino una dinámica de lucha hacia cambios superiores donde las demandas inmediatas no serán meros bonos anestésicos, sino derechos conquistados hacia la refundación política y cultural del país.

  1. RESGUARDAR Y POTENCIAR LO FUNDAMENTAL
    ¿Cómo enfrentamos estas dos amenazas, a saber, la amarilla con piel de oveja y la represiva radical? No debemos permitir que la política quede reducida a la mera votación por candidatos o por opciones que ellos han diseñado pues se traduce en enmarcarnos en el escenario victorioso de salida donde ellos los políticos se reposicionan y con ello el sistema o modelo al cual son funcionales.

Pueden incluso, como lo han hecho antes, tratando de posicionarse, dejar espacios oxigenantes para marchas y manifestaciones, pero las reglas del juego del sistema político seguirán estando dentro de las pautas y márgenes del modelo.

Tenemos claro cuál es la política del pueblo que se abre ahora. La política es el espacio consciente de organización, deliberación y construcción de sociabilidad y tiene, por naturaleza una esencia soberana en tanto participación directa en la realidad que nos afecta a todes los ciudadanos.

Cuando este ejercicio deja de darse y es reemplazado por el mero voto, acciones puntuales de opiniones o marchas esporádicas y donde la vida cotidiana sigue cautiva del mercado, entonces el olor a derrota y lo mismo de siempre vuelve a imperar bajo el nombre de normalidad.

Claramente bajo la lógica de la convención constituyente instalarán sus candidatos con sus estructuras de respaldos y cuadros apoderándose de los debates tanto en los medios de comunicación como en las asambleas concentrando las capacidades técnicas de las discusiones jurídicas y legales.

En el marco de este deja vu, tratarán de reinstalar al pueblo en su rol pasivo, individualizado y atomizado.

No podemos permitir esto.

La protesta popular continuará y se generalizará más aun, profundizándose más en poblaciones que en puntos simbólicos (no siendo incompatibles) como Plaza Dignidad u otros, que, no obstante, no dejan de ser valiosas conquistas. Aquí, en los territorios mancomunados, lanzando y desarrollando iniciativas de mucha inclusividad de los y las pobladorxs, plantearemos definiciones vinculantes tanto en la autonomía territorial con grandes bloqueos y contención de fuerzas represivas como con múltiples instancias de participación y solidaridad insertas y enraizadas en la vida nueva que nos pertenece.

Se cuidará lo territorial y lo propio para evitar infiltraciones con deliberaciones muy participativas y consensuadas en base a temas muy concretos y de interés de la gente y no arrojados a los técnicos que saben y se toman la palabra. Es la vida de la población la que se recrea en la asamblea deslegitimando el proceso de manipulación del traje a la medida que quieren instalar los políticos.

Aquí, en este proceso de autoaprendizaje popular debemos darle vuelta las intenciones de los poderosos y sus profetas de la clase política u otros, logrando acrecentar la movilización, la organización en un programa común, entonces otro gallo cantará. Este es nuestro tiempo.

Aquí la educación Popular como practica colectiva será la constante del poder comunal, práctica que no admite especialistas sino la construcción común en el más puro horizontalismo creativo donde todxs saben y aportan con su incontrolable diversidad.

Desde nuestros barrios y poblaciones, nos asentaremos en los territorios echando raíces e involucrándonos con la comunidad, con los nuestrxs, levantando demandas y solidaridades: nuestra comunidad y población es nuestra casa, nuestra defensa y nuestra potencialidad.

En lo orgánico, iremos fortaleciendo el carácter colectivo de la toma de decisiones, de las vocerías rotativas evitando cupularizar la conducción. Cuidarse de los individualismos, egos y liderazgos personales que tiendan a dirigir el proceso. Impulsar la autonomía fijando las propias reglas con
participación y consensos. También cuidaremos los valiosos disensos que tanto enseñan. La metodología participativa no es un medio, sino un fin en sí mismo para mantener la participación en todo momento.

  1. EL NUEVO LENGUAJE DEL PODER COMUNAL
    La forma de organizarse y plantearse este movimiento no está preestablecido o predefinido en un modelo determinado.

Surgen una serie de nuevos elementos que hacen muy particular la experiencia que estamos viviendo.
Las formas de autoorganización y carencia de liderazgos personificados o liderazgos sin líderes, no nos lleva a la desesperación de la política moderna de quien va a conducir esto, porque la potencia subversiva no disminuye, más aún crece y la direccionalidad del avance estando clara, no requiere personalismo alguno.

Hay acá un buen asalto a las categorías de los políticos profesionales y académicos que, por lo demás, tampoco vislumbraron el fenómeno y han quedado totalmente rezagados en esta inasible pero grandiosa revuelta popular.

La complejidad toma la palabra. Una inteligencia de manada y enjambres como cardúmenes de estructuras dinámicas abiertas y emergentes como lo más puro de la fuerzas naturales y corporales, anuncia otra forma de organizarse en un camino claro y de gran poder energético.

Claramente no es la noción de equilibrio y progreso que caracteriza al pensamiento positivo de la cultura dominante.

Es claramente un despliegue en los intersticios de los órdenes establecidos y el caos donde nuevas estructuras y dimensiones emergen más allá y más acá del control y de la causalidad.

Una orgánica sin centro y con muchos subsistemas en movimiento con una transversalidad inmunológica respecto de la clase política, el poder, el control, el estado y otras formas de sujeción y definición se viene anunciando por los barrios y calles de Chile.

Un gran caldo de cultivo de esta lucha son por ejemplo, la cercanía a la naturaleza y la ética ecológica, la identidad y empatía con los pueblos originarios, sus símbolos y significantes, el generoso animalismo que nos aúna en una sola vida, las formas no binarias de género, el feminismo y sus variadas vertientes emancipativas y solidarias, la poesía que estalla en las calles y el arte grafitero que ilumina y trasciende, son todos formas y expresiones de profunda legitimidad de la vida nueva que tenemos que construir como expresiones que coexisten entre sí en varias lógicas y en un horizonte muy pletórico de sentidos insojuzgables.

La multiplicidad es una realidad que no asusta a los cardúmenes porque nadan dentro de un sentido y eso lo diferencia de la mera dispersión.
Así, con un nuevo lenguaje y construyendo poder territorial no nos dejaremos engañar en la gran trampa que se gesta y todos somos asamblea constituyente desde que comenzamos a movilizarnos en este gran estallido.

Esta es nuestra urgencia e importancia, a saber, atajar a tiempo los intentos de embaucamiento, avanzar en la calidad de la construcción de la legitimidad y poder propio constituyente sin dejar de movilizarse y siempre en el seno de las grandes mayorías.